En este blog nos gusta empezar la casa por el tejado, así os hemos hablado estos días de Santiago como capital de turismo, de su potente cultura enológica o de algunas de sus muchas curiosdades. Si bien es cierto que nunca es tarde para poner los cimientos, hoy me apetecía acercame -y llevaros conmigo- hasta los orígenes de todo esto.
Bandera del pueblo mapuche. |
La historia nos la sabemos todos: un séquito de españoles desembarcó en el s.XVI en las costas del continenete americano con la intención de someter a los araucanos -así los llamaban ellos- del actual sur de Chile y suroeste de Argentina. Debe ser que no contaron con que a su llegada los pueblos nativos estaban ya bajo el dominio de otro imperio: el Inca.
Esta es la crónica de los nativos, de los mapuches (mapu, 'tierra', y che, 'gente'; es decir, 'gente de la tierra') como nunca antes os la habían contado.
Pueblo aborigen sudamericano, los mapuches se han extendido durante años a las faldas de los Andes hasta que, a finales del s.XIX, Argentina y Chile como las conocemos hoy en día ocuparon sus territorios por la vía militar. Aunque es cierto que desde el s.XX existe un proceso de mezcla y homogeneidad con las sociedades dominantes de ambos países, aún quedan reductos de lucha por recuperar la independencia.
De hecho, el modelo económico de caza y horticultura que siempre ha sustentado a estas agrupaciones ha ido dejando paso a otro de carácter campesino. Como es obvio los cambios no vienen solos y toda esta evolución económica trae consigo una evolución -o incluso revolución- cultural; ambas dos han suscitado una rotura en las prácticas culturales y un éxodo de las facciones más jóvenes de este pueblo. En la actualidad la mayor parte de la población mapuche vive en Temuco y nuestra querida Santiago de Chile.
Mujeres mapuches con instrumentos decorados con símbolos religiosos. |
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