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martes, 12 de noviembre de 2013

Gente de la Tierra.



 

En este blog nos gusta empezar la casa por el tejado, así os hemos hablado estos días de Santiago como capital de turismo, de su potente cultura enológica o de algunas de sus muchas curiosdades. Si bien es cierto que nunca es tarde para poner los cimientos, hoy me apetecía acercame -y llevaros conmigo- hasta los orígenes de todo esto.



Bandera del pueblo mapuche.


La historia nos la sabemos todos: un séquito de españoles desembarcó en el s.XVI en las costas del continenete americano con la intención de someter a los araucanos -así los llamaban ellos- del actual sur de Chile y suroeste de Argentina. Debe ser que no contaron con que a su llegada los pueblos nativos estaban ya bajo el dominio de otro imperio: el Inca.

 

Esta es la crónica de los nativos, de los mapuches (mapu, 'tierra', y che, 'gente'; es decir, 'gente de la tierra') como nunca antes os la habían contado.

 


 

Pueblo aborigen sudamericano, los mapuches se han extendido durante años a las faldas de los Andes hasta que, a finales del s.XIX, Argentina y Chile como las conocemos hoy en día ocuparon sus territorios por la vía militar. Aunque es cierto que desde el s.XX existe un proceso de mezcla y homogeneidad con las sociedades dominantes de ambos países, aún quedan reductos de lucha por recuperar la independencia.

 

De hecho, el modelo económico de caza y horticultura que siempre ha sustentado a estas agrupaciones ha ido dejando paso a otro de carácter campesino. Como es obvio los cambios no vienen solos y toda esta evolución económica trae consigo una evolución -o incluso revolución- cultural; ambas dos han suscitado una rotura en las prácticas culturales y un éxodo de las facciones más jóvenes de este pueblo. En la actualidad la mayor parte de la población mapuche vive en Temuco y nuestra querida Santiago de Chile.

 
 


Mujeres mapuches con instrumentos decorados con símbolos religiosos.

 

Una de las cosas que más me llama la atención de este linaje es su vínculo con la naturaleza, ya no sólo en el plano económico y de subsistencia, sino en el ámbito más puramente religioso. La doctrina mapuche se basa en la unión de lo espiritual con lo tangible y veneran a cantidad de espíritus y antepasados de la mitología de la naturaleza. Al hilo de esto recuerdo su modelo de pensamiento, un modelo cíclico que choca firmemente con la perspectiva del mundo occidental.

A pesar de ello es maravilloso que existan ideas tan dispares y paradigmas tan alejados sobre una misma disciplina, ¿no creéis?

 

 

 

Para terminar la entrada de hoy quiero, aunque sea sólo pasando de puntillas, hablaros de la matemática mapuche, fascinante a la par que divertida, ahora veréis. Funcionan con un sistema de numeración decimal (kiñe, epu, küla, meli, kechu, kayu, regle, pura, aylla, mari) y forman el resto de cifras de la siguiente manera: una unidad a la izquierda de un número mayor, lo multiplica y si está a la derecha, se le suma.

 

kechu pataka küla mari küla es 533 (5 x 100 + 3 x 10 + 3).

 

 
 
 

Ariadna Navas Nido.

 
 


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